jueves, 24 de julio de 2008

KAVAFIS

ITACA

Cuando emprendas tu viaje hacia Itaca,
has de rogar que sea largo el camino,
lleno de aventuras, lleno de experiencia.
A los lestrígones y a los cíclopes
no temerás, ni al airado Posidón,
pues tales seres no has de hallar en tu camino
si tu pensamiento es elevado, si toca
una selecta emoción tu alma y tu cuerpo.
A los lestrígones y a los cíclopes
no encontrarás, ni al feroz Posidón,
si no los llevas dentro de tu alma,
si tu alma no los yergue ante tí.
Has de rogar que sea largo el camino.
Que haya muchos amaneceres veraniegos
en que arribes con gozo, alegremente,
a puertos que nunca antes habías visto;
que te detengas en mercados fenicios,
que compres sus bellas mercancías,
madreperla y coral, ámbar y ébano,
y perfumes placenteros de mil clases,
cuantos más puedas perfumes placenteros;
que vayas a ciudades egipcias, a muchas,
para aprender y aprender de sus sabios.

Siempre en tu mente has de tener a Itaca.
Llegar a ella es tu destino.
Pero no hagas el viaje con prisa alguna.
Mejor es que dure muchos años;
y, ya viejo, que ancles en la isla
rico de cuanto habrás ganado en el camino,
sin esperar a que te haga rico Itaca.

Itaca te ha dado un bello viaje.
Sin ella no te hubieras puesto en camino.
Pero no tiene ya qué darte.

Y si la encuentras pobre, Itaca no te ha burlado.
Te has hecho un sabio, tienes tanta experiencia
que ya habrás comprendido qué significan las Itacas.

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