sábado, 27 de septiembre de 2008

EXTRAÑO VIGIA

I

Hasta que la brisa desmaye
con el tibio fulgor de todos los niños
donde crezco.
Estancia de la hoja, auxilio prolongado
en múltiples pesadillas
entre el agua y el cielo.
Aguardo esa paz que remite al ojo
de un extraño vigía,
tan profunda y sensitiva.
El mismo ayer acuna otra esperanza
contigo, renaces
como un oscuro pez remoto.
Animo del hacer sabiamente iluminado
-reflejo palpitante, ya nuestro-
junto al revés que posterga la lluvia.
Y es la noche una fuga inevitable
cuando cesa el misterio
cerca de las ataduras o el vicio.
Escribo para el rescate,
alguien sospecha que ha perecido
lleno de ausencia. Escribo.

II

Ocurre que la piel abreva olvidando.
Destino semejante al rocío,
a la música de un encuentro.
Aquella clave imperiosa
devolverá tu camino, ebria
piel en cada huella.

III

Aunque luna sea el dominio
y la cifra, hay una garganta desnuda
que sostiene al fin lo que somos.

IV

Este día conforma la marea
de rostros e ilusiones, casi deriva
al amparo de mil palabras.
Por eso abandonas tu alforja
proclamando, segura, el gustarse
más allá del miedo.
Celebro la delicada florescencia:
estar preparados
para derrotar a la muerte, juntos.

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