jueves, 25 de septiembre de 2008

VII

Es el momento de retornar a la sombra
con la llave desconocida, golpeando
la misma puerta del barro
hasta enrojecer el talle de la madrugada.
Muy poco habrá de la memoria
cuando el aire se quiebre,
y el niño intentará otra vez
arrojar bien lejos su mirada.
El cielo se ha poblado mansamente
de árboles de humo;
crece la voz de quien reclama
debajo de mil noticias su nombre.
Alterna y canta, brilla y se descarna
la lluvia que dibuja pordioseros
con la mano vecina de la nada
yéndose...
Si la palabra llenara de remolinos
tu boca, en este momento
subirías la silenciosa escalera
de mi corazón.

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