jueves, 25 de septiembre de 2008

VI

Ha pasado la tarde
por ese delgado mensaje
que lleva a tus ojos.
Ya no cuenta
la brisa,
creciendo cerca de la espiga.
Ni el perfume
sugerido por un rostro en el tiempo.
Ni el traje
donde todos ríen.
Llegue al fin
el grito de sabernos
arena o repentina luz.

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